Nuestra espiritualidad está caracterizada por el hecho de que, como matrimonio, seguimos un camino común hacia Dios.
Cristo se hace presente en nuestro amor, que abarca todas las dimensiones de nuestro ser. Esto es así especialmente en la unión conyugal. Así como Cristo ama a su Iglesia incondicionalmente, también nosotros nos amamos y permanecemos fieles en la alegría y en el sufrimiento. Así, en la alianza con nuestro cónyuge se realiza de forma concreta la alianza con Dios. La Alianza de Amor con María es, en este camino, la fuente de nuestras fuerzas.
Dios quiere actuar a través de nosotros. En la medida en que, como María, le regalemos nuestra disponibilidad, llegaremos a ser sus instrumentos. A través de nosotros Él hace brotar nueva vida en nuestros hijos y más allá de la propia familia. El nos hace partícipes corresponsables en la obra de la creación y quiere que sirvamos a la vida.
Mediante la adecuada vinculación a las personas y al mundo encontramos el camino hacia Dios. “Hacer lo ordinario extraordinariamente bien” es la idea que guía nuestro actuar. Para poder reconocer la voluntad de Dios y actuar en consecuencia, buscamos sus huellas en todo lo que nos rodea.
En la alianza del amor
El buen Dios ha sellado una alianza de amor con sus criaturas. Nuestra tarea consiste en dar a conocer al mundo esta alianza.
“Dios ha creado al hombre a su imagen y semejanza: llamándolo a la existencia por amor, lo ha llamado al mismo tiempo al amor. Dios es amor y vive en sí mismo un misterio de comunión personal de amor. Creándola a su imagen y conservándola continuamente en el ser, Dios inscribe en la humanidad del hombre y de la mujer la vocación y, consiguientemente, la capacidad y la responsabilidad del amor y de la comunión. El amor es, por tanto, la vocación fundamental e innata de todo ser humano.”
“El mensaje de Schoenstatt es conducir al mundo de nuevo a esta profunda alianza con la querida Madre de Dios, para llegar así a una profunda, inquebrantable y permanente alianza de amor con el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo […] La falta de sentido y la carencia de alma de nuestro mundo serán superadas en la medida en que estemos absolutamente convencidos de que Dios ha sellado una alianza de amor con sus criaturas […] ¡Alianza de amor de Dios! Nuestra tarea consiste en dar a conocer al mundo esta alianza de amor. Y lo haremos realidad, si somos capaces de llevar el mundo de nuevo a una alianza de amor con María.”
Vivir la fe…
Como iglesia doméstica, como “Iglesia en pequeño”, la fe desempeña en nuestra vida matrimonial y familiar un papel central. Cada día intentamos descubrir de nuevo al Dios de la vida en lo cotidiano; una y otra vez buscamos un contacto vital con Él.
…y transmitirla (nuestro apostolado)
La familia es la célula fundamental de la sociedad y de la Iglesia. Sólo a través de la renovación del matrimonio y la familia es posible la construcción de un nuevo orden social cristiano. Este es el punto de partida y lo central de nuestro apostolado personal y comunitario.
El punto de partida es la propia familia. El varón y la mujer intentan descubrir la relación de amor querida por Dios para ellos y con sus hijos. Como padres, son para sus hijos el primer camino que los conduce hacia Dios. De esta forma, recíprocamente, se convierten en anunciadores del Evangelio.
Esta manera de vivir la fe va a irradiarse a otras familias y en todos los ámbitos en los que nos movemos.
Como comunidad tenemos una responsabilidad especial por todo el Movimiento Familiar dentro de Schoenstatt. Además, tratamos de implicarnos, en la medida de lo posible, en la catequesis, en la preparación al matrimonio y en otras actividades de formación para el matrimonio y la familia, como la “paternidad responsable” y la regulación natural de la fertilidad.
Con María
María ocupa un lugar destacado en nuestra familia. Es nuestra madre y educadora; es nuestro ejemplo y nuestra ayuda; Ella, a quien Dios desde el principio le concedió la plenitud de la vida. Ella está totalmente abierta a Dios y orientada hacia Él; es la “compañera y colaboradora permanente de Cristo en toda la Obra de la Redención”. Ella es, al mismo tiempo, esposa y madre, y totalmente entregada a los hombres.
Con su SÍ a la voluntad de Dios, Ella hizo posible la encarnación de Cristo y la nueva alianza. El sí que nos damos mutuamente es una renovación de esta alianza. Así como María dio a luz a Cristo y lo llevó a los hombres, nosotros tenemos que hacer lo mismo a través de nuestro matrimonio y nuestra familia. La biunidad entre varón y mujer tiene que ser, como la biunidad entre Cristo y María, un signo indisoluble del amor y la fidelidad.
Mediante la Alianza de Amor con María, y consagrándonos a Ella, pedimos la fuerza necesaria para poder vivir como matrimonio y familia.