Como iglesia doméstica, el centro de nuestra vida matrimonial y familiar es el santuario hogar. Configuramos nuestra vida diaria en alianza de amor con María. Buscamos el diálogo entre nosotros, con nuestros hijos y con el Dios de la vida, y desarrollamos costumbres familiares propias de para nuestra familia. Como padres e hijos, nos educamos mutuamente en la corresponsabilidad en todos los ámbitos de la vida (profesión, colegio, parroquia, política, etc.).
- La celebración de la eucaristía
- El diálogo conyugal,
- El estudio y la profundización en textos de nuestro fundador
- La meditación y la reflexión personal regulares
son medios que nos ayudan a mantener viva la relación con Dios y entre nosotros.
Como instituto para familias en la Iglesia seguimos a Cristo en los consejos evangélicos. Para ello, hemos desarrollado formas familiares propias adaptadas al tiempo actual.
Otro elemento importante de nuestra comunidad es el encuentro con los demás. Nos reunimos regularmente para intercambiar la vida, para formarnos y para profundizar en nuestra espiritualidad. Esto nos proporciona orientaciones, fuerza y motivación para que cada uno se comprometa en su propio entorno.
Damos testimonio de una experiencia espiritual especial: Dios y la Virgen están presentes en nuestra casa y allí actúan.
“Tomen la imagen de la Santísima Virgen y colóquenla en un lugar de honor en sus hogares. Así ellos se convertirán en pequeños Santuarios en los que la imagen de gracias mostrará el poder de sus gracias, creará una tierra santa familiar y formará miembros santos en la familia.”
Los “rincones dedicados a Dios” que había tradicionalmente en los hogares católicos encuentran una forma concreta en el santuario hogar. La eficacia del santuario hogar tiene su fundamento en el acontecimiento fundacional de Schoenstatt, el 18 de octubre de 1914, cuando la Virgen se estableció en el Santuario Original y desde ahí comenzó a actuar mediante sus gracias. Cuando el Padre Kentenich estuvo en Milwaukee/USA trabajando con familias, una madre le preguntó. “¿No podríamos pedirle a la Madre de Dios que, como en el Santuario Original, se establezca en nuestros hogares para que obre milagros de gracias?” Esto fue para el padre Kentenich el desencadenante para que, asumiendo conscientemente lo que ya había, fundamentara y cimentara el santuario hogar. Esto ha supuesto para muchísimas familias una experiencia espiritual de la presencia y la actuación de Dios y de la Santísima Virgen en sus propios hogares.
Con los años se ha establecido la costumbre de consagrar cada santuario hogar en una ceremonia festiva, incluyendo las intenciones de la familia en la oración de consagración. Así, el santuario hogar pasa a ser el centro espiritual de la vida de la familia, y los niños crecen en este mundo de valores. En torno a este lugar, la familia vive el año litúrgico con toda su riqueza.
El santuario tiene también una orientación apostólica para todas aquellas personas que llegan a la casa y perciben algo de la vida que se irradia desde ese santuario. La vida en torno al santuario hogar es, para nuestras familias, la ayuda fundamental para desenvolverse en un mundo cada vez más plural y carente de Dios. Les ayuda a experimentar a Dios en la vida diaria y configurarla en alianza con El.